sábado, 5 de abril de 2014

346: Lo sé, nunca he podido soportar las penas de amor. Empezando por las mías. Ése ha sido siempre el lado más flaco de mi sensibilidad híper, que hacer, no tiene remedio, me lo dijo un medico al que acudí una vez porque me habían dicho que curaba todo lo del alma. Si vieran cómo lo encontré. Lo acababa de abandonar su esposa a los sesenta años. Comprendí que en el mundo moderno se abandona aun a los sesenta años, comprendí que estaba frito.

En las épocas arcaicas el padre o la madre enseñaban a sus hijos a ser desconfiados con cualquier persona fuera del ámbito familiar. Y de esas épocas se remontan esas historias repletas de amor y de matrimonios felices que duraban años.

Pero a vosotras os enseñaron todo lo contrario, os dijeron que deben abrirse a todo miembro de la sociedad, que deben conquistar el mundo y que el príncipe azul puede ser cualquier extraño que se arrime a su vida.

En esas épocas, para ser admitido en un hogar, él susodicho tenía que pasar por muchas pruebas; en cambio ahora, cualquier hijo de vecino frecuenta la casa que le da la gana.

En esas épocas existía la chaperona, hoy es sustituida por la enseñanza de la calle.

Y desaparecieron esas bellas historias repletas de amor y de matrimonios que duraban años.

2 comentarios:

  1. Si, ahora se separan por enchilame esta, ni aguantan nada.


    Besos Chaly

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  2. No estoy de acuerdo con lo que expones. Antiguamente había una mayoría de matrimonios duraderos por el que dirán. Las mujeres aguantaban carros y carretas para no ser repudiadas por la sociedad y por padecer de una situación de indefensión y de dependencia. Toda la vida han habido matrimonios felices e infelices, la diferencia es que antes no se separaban y ahora si. Entre lo de antes y lo de ahora, me quedó con la oportunidad de liberarnos de algo que no nos llena y el derecho a ser felices en soledad o con la ventura de encontrar a la persona que necesitamos. Y no creo que la gente se separe por tonterías, las separaciones siempre llevan un tinte de tristeza y de dolor familiar y no son platos de gusto para nadie. Ojalá los cuentos de hadas existieran y los amores fueran eternos, fieles y maravillosos.

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