miércoles, 10 de diciembre de 2014

419: no tiene agua la gallina para beber y convida al pato a nadar

---Yo soy una mujer de mucha personalidad, una mujer muy íntegra y muy sensible. Tú eso nunca has sabido apreciarlo. Mi relación contigo me ha envilecido. Has hecho que todo resulte tan vulgar, yo incluida. Estoy jodida por tu culpa.
---Así que también te he destrozado a ti, ¿eh?
---Yo era en otros tiempos una chica tierna y amorosa con grandes ideales. Creí que serías capaz de convertir el legado de mí padre en una empresa de ámbito internacional. Y fíjate. Es sólo una empresa en quiebra, sin futuro. Tus hijas están decepcionadas. Yo estoy decepcionada.
--- ¿Pero es que quieres que me suicide?
---Ésa decisión sólo puedes tomarla tú. Has decidido siempre tú. Yo he existido sólo para tu placer. No soy más que otro coche deportivo usado. Me utilizas cuando te apetece. No me importa.
---Oh, cállate. Nadie desea utilizarte para nada.
--- ¿Lo ves? Siempre estás atacando. Eso es inseguridad, complejos de culpa, hostilidad. Si estuvieras orgulloso de ti mismo y de cómo tratas a los demás, serías agradable. Pienso en otro ejemplo, en la señorita Mery. Piensa en lo que le has hecho.
---Nunca le he hecho nada a esa mujer.
---Precisamente. Está sola, asustada.
---Pero si ya está casi muerta.
---Como no están aquí Susana y Sandra, yo también siento complejo de culpa. ¿Qué hago yo en el mundo? ¿Qué objetivo tengo yo en la vida? Soy una mujer con ambiciones, con ideales. Y me siento tan inútil. Me has enjaulado con centenares de objetos materiales que no satisfacen a mi auténtico yo. Si me traes a la señorita Mery no escribiré esa carta a mis hijas.
--- ¿Qué? No quiero aquí a ese vejestorio. ¿Qué pasó con tu club de póquer? La última vez que no escribiste una carta conseguiste un auto nuevo. Te compraré un traje de fiesta. Confórmate con eso.
---No basta con que hayas mantenido activa a esa mujer. Necesita ayuda personal.
---Ya la has utilizado como conejillo de Indias para aquel curso por correspondencia que hiciste. ¿Por qué no la dejas en paz? Déjame que la jubile.
---Hazlo y la matarás. Entonces sentirá realmente que nadie la quiere. Tendrás una muerte sobre tu conciencia.
---Ay. Dios santo.
---Cuando pienso en mi madre. Todos los inviernos en la playa de Margarita. Bronceada, bikini: bailando, nadando, disfrutando. Admiradores.
---Cada vez que la derriba una ola, le da un ataque cardíaco. Lo que no pierde en los gigolós, lo gasta con el médico del Caribe Hilton.
---No te gusta mi madre porque nunca te tragó. Razón tenía. Debería haberme casado con un político, alguien con ideales. En realidad, no importa ya. El sufrimiento ha servido para fortalecerme.
--- ¿Sufrirías mucho si alguien arrancase los cables a esa maldita tabla de ejercicios?
---Ya te lo he dicho. No metas a la tabla en esto. La rabia te desborda. Sigue mi consejo. Vete a ver a ese loquero del Medical Arcoíris, el que ayudó a Lenin a sacar de la ruina su joyería. Le curó de aquel complejo que tenía sobre la venta de rosarios. Lenin cuenta de él maravillas. Ahora, ha conseguido una especie de contrato en exclusiva con unas monjas que le venden los rosarios en los cuarenta colegios católicos de la ciudad. Se está hinchando a ganar dinero. Y es feliz. Las monjas son felices, los niños son felices.
---Qué maravilla.
---Ha introducido en el mercado una hermosa colección de imágenes y de artículos religiosos.
---Apuesto a que es feliz.
---Lo es. Y tú deberías serlo también. Vete a ver a ese médico antes de que sea demasiado tarde. Deberías buscar ayuda, aunque sólo sea por las niñas. Por mí da igual.
---De eso estoy seguro.
---Tienes una personalidad muy confusa. Sandra, por ejemplo, es mucho más feliz desde que se psicoanalizó. Con un médico de la universidad, que la ayudó muchísimo.
---Estoy seguro de que sí, de que la ayudó mucho.
---Es muy posible que tenga una recaída cuando se entere de que despediste a aquel joven idealista. Sé que las niñas acabarán volviéndose contra ti. Son tiernas y compasivas, lo mismo que yo antes de que tú me embrutecieses.
--- ¿Embrutecerte, dices?
---Por favor, basta de sarcasmos. ¿Me traes a la señorita Mery o escribo la carta?
---Tendrás a la señorita Mery. Probablemente intentarás colocarla en esa tabla y le romperás una cadera.
--- ¡No metas la tabla en esto! (La conjura de los necios, John Kennedy Toole)

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