miércoles, 4 de enero de 2017

845: la gringa

Cuando salió era otra.
Pálida y bella como una virgen del medioevo, con una camisa de hombre por toda vestimenta, un cuerpo desprotegido, falto de insolencia, un cuerpo de hermana, que me lo ofreció sentándose junto a mí.
Con tristeza empecé a divertirme con los botones de su camisa, sus gestos eran tan intensos que me reprochaba la pasividad de los míos, y he aquí que de pronto sentí la bruja de su carne, bruja blanca apretada contra mí, violentándome, produciéndome quejidos de asombro y de deseo. Se sacó la camisa y dijo:
—Por hoy basta de preámbulos.
Su cuerpo desnudo era un canto al arte de la brevedad, como esos cuentos perfectos que jamás escribiré.
La inteligencia de su cuerpo me avergonzaba como a un muchacho de escuela.
Parada frente a mí parecía un templo, un templo percibido en sueños, un templo como el que alguna vez vi en Sacramento, ¿fue en Sacramento o en Nueva York?
—Eres bella —le dije, tomándola en mis brazos—, eres un cuerpo para toda la vida.
Meandros, algas marinas, tacto del sueño, caballos galopando, caracoleando. Caricia infiel, solapada y abierta, espuma, más espuma, vértigo y vértice, imprecación su cuerpo, blasfemia. Ardilla perseguida y muerta y viva, túnel para llegar al otro día, mágico túnel por el que me estaba yendo, por el que me iba.
Y luego ¿qué?
¿El restallar de la marihuana viva, con su ojo abierto hacia el tumbado? ¿El cuerpo agradecido virado hacia el lado de la culpa? ¿La caricia submarina y nostálgica del tiempo que se va?
Las palabras empezaron a caer como una lluvia tenue mientras el día se sacaba la máscara.
Palabras maltrechas apoyándose en el bastón de la promesa, de la ofrenda, palabras con esparadrapo para las llagaduras.
—No sé tu nombre —me dijo, mientras acariciaba mi rostro con su mano abierta— y sin embargo no he conocido nada más profundo. ¿Cómo es esto? Has hurgado mi vida, me has violado, me has robado, me has dejado sin mí. Quiero que me ames siempre, para siempre.
—Sí —le dije, apenas apenado, chupando uno a uno sus dedos húmedos—, te estoy amando para siempre. La eternidad es solo este momento.
—Eres un monstruo, un malo
—El azar produce monstruos
—Y ahora ¿qué haremos? —dijo desconsolada—, ¿qué harás?
—Sobreviviré Estoy acostumbrado a sobrevivir. Es lo único que el hombre contemporáneo ha aprendido: a sobrevivir.
Sonó el teléfono.
—Sí, sí —dijo ella desde otra voz—, estoy bien. Eres un puerco. Okey, a mediodía, I want to talk to you.
Me vestí y salí. El sol de las once se clavaba en mi cabeza como un puñal.
No sabía si pasar por mi hogar o irme directamente a la oficina.
Como Lázaro, eché a andar.


6 comentarios:

  1. Wowwwwww!!!!

    Amando la eternidad del momento, bonita manera de amar. Y bonita eternidad para recordar.

    Besos, Chaly

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  2. La felicidad en momentos nomás.


    Besos

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  3. Qué preciosidad.
    ¿Te ha dado el Siroco, Charly??? No pareces tu :P
    Wow, de verdad que es un texto bellísimo.
    Besos.

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  4. Un texto muy poético, Chaly... el nuevo año te trajo inspiración...
    Besos.

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  5. Qué linda la gringa. Aunque a todos les debe endulzar los oídos.
    Saludos.

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