sábado, 31 de diciembre de 2011

167: En los escritos debe haber siempre un hueco para que el aire del humor oree los corazones y nos de fuerzas para seguir creyendo que la vida, pese a todo, merece ser vivida

Era un dios y me dije: voy a crear un mundo nuevo, un bello planeta donde existen los prados más hermosos cubiertos por los pastos más dulces y jugosos y adornados con las flores más vistosas y fragantes; colocaré islas arboladas que den frutos aromáticos, nutritivos y de bellos colores. Creare arroyos y manantiales por las cuales corran aguas cristalinas, jugando con gemas, rubíes y granitos de diversos colores. También creare pequeñas y suaves montañas coronadas de nieves eternas.

Dividí el tiempo en días y noches y coloque en el cielo un Sol benefactor de la clorofila y la Luna y miles de estrellas para amainar la penumbra de la noche. Cuando todo eso estuvo terminado, hice al destinatario y dueño de mi creación: la oveja.

Mas luego pensé que ella se sentiría muy sola en la inmensidad de la planicie y que necesitaba la existencia de otros seres que compartiesen con ella este paraíso y para ello mi pensamiento ordeno que aparezcan las Ardillas, los Aves, las Liebres, los Peces, las Mariposas y cuanto bello animal existiese y que jamás podrían sojuzgar a las ovejas.

Pero también hice al Zorro, para que enseñase a las madres a cuidar de sus retoños; a aquellas que paren y se olvidan de sus hijos; de las perezosas; de las vanidosas y de las engreídas. El Zorro atraería el espíritu gregario en las ovejas, las cuales siempre andarían juntas y los carneros cuidarían de ellas

No creí conveniente poner en este nuevo mundo al Lobo, pues sería un contrasentido, pues el fruto de mi pensamiento, viviría temeroso. El Lobo estaría siempre acechándolos de día y de noche y los aterraría con sus aullidos empujándolas hacia precipicios mortales.

Cuando converse con otro dios, éste, me preguntó:

-¿Cuál es el motivo de esta creación?
-Amor al arte
-Todo artista siempre busca el reconocimiento
-Yo no
-En algún momento ellas verán en el Sol, su dios benefactor.
-Es lógico, son criaturas simples.
-Pero también en algún momento lo adoraran y verán en él el dios creador.
-Te reitero no busca reconocimiento, ni adoración.
-Y no te molestará que erijan altares y hagan ofrendas a ese falso dios. En otros mundos los otros dioses creadores se han manifestado y no solo eso, también les han instruido a la obra de sus manos cómo deben adorar, qué deben sacrificar y en donde deben hacerlo, ¿eso no te dice nada?
-Me dice que son vanidosos, egocéntricos y ególatras.
-No te comprendo, todos los dioses y en todas las civilizaciones han creado las religiones, los profetas y los libros sagrados, para que sus criaturas los adoren, los amen y les rindan pleitesía. ¿Tú no buscas eso?
-¿Eso buscan los otros dioses?
-¡Sí! Y para que sus criaturas no se olviden de sus deberes, los otros dioses han creado al Lobo.
-¿El Lobo?
-¡Sí el Lobo!
-Suerte para mi creación que yo no me parezco en nada a los otros dioses. Y tú también deberías estar contento que yo sea diferente; pues si fuese como ellos, tú no podrías hablar como lo has hecho.



Que Él DIOS UNO Y ÚNICO los colme de paz, alegría y salud en este nuevo año.


"Aun cuando haya pasado por todo lo que pasé, no me arrepiento de los problemas en que me metí, porque fueron ellos los que me condujeron hasta donde deseé llegar. Ahora, todo lo que tengo es este bastón, y la entrego a cualquiera que desee seguir su peregrinación. Llevo conmigo las marcas y las cicatrices de los combates; ellas son testimonio de lo que viví y recompensas de lo que conquisté”

"Son estas marcas y cicatrices queridas las que me llevarán a reunirme con mí Creador. Hubo una época en la que viví escuchando historias de hazañas. Hubo otras épocas en que viví simplemente porque necesitaba vivir. Pero ahora vivo porque soy un guerrero y porque quiero un día estar en la compañía de Aquel por quien tanto luché".

miércoles, 28 de diciembre de 2011

166: Las mujeres necesitan la belleza para que los hombres las amen, y la estupidez para que ellas amen a los hombres.

Flavia llegó desconsolada y entre lloriqueos y moqueadas me comento que su “amor de toda la vida” se la había hecho con una de sus amigas. Yo le replique que esta era la tercera vez que ella llegaba a mi dormitorio con ese pretexto. Atormentado por su sufrimiento, le recordé el rapapolvo que le plante la primera vez que llego con la consabida historia:

No confíes nunca en aquellos que suelen clavar los ojos en el rostro de las muchachuelas, que agarran su mano y aprietan sus dedos, que empujan pie con pie, que les echan la mano al cuello o al seno y otras cosas similares contrarias a la vergüenza y al buen gusto. Acuérdate del lobo y la cabritilla. La cabra manda a la cabritilla que no salga del redil hasta que ella volviera de bastonear. El lobo, acercándose la caída del sol, se paró a la puerta del redil y comenzó a emitir el sonido de una cabra y dijo a la cabritilla: “Soy tu madre, sal a mi encuentro y te daré de mamar” La cabritilla desprevenida salió y de inmediato fue cogida por el lobo. En efecto esos lobos al principio lanzan palabras fervorosas como si estuvieran imitando la voz de una cabra y después de haberlas cogido desprevenidas cambian sus palabras y las abandonan como a las demás”

Flavia, me replicó que nunca olvidó esas palabras, pero date cuenta me dijo: -estaba quebrantada por el abandono de Juan, buscaba desesperada a alguien que tapara el hueco y cuando apareció Jaime, era tan lindo, con su carita sonrojada y un bulto enorme, que me olvide de todo y salí del redil y me puse a mamar. Tú mismo me dijiste muchas veces que la suerte es calva y que hay que agarrarla por los pelos.

Quede impresionado por sus palabras y solo atine a preguntarle: -¿Cómo es que tú siempre le atinas a encontrar hombres idénticos? Flavia, me replico: -¿Recuerdas el cuento de Caperucita Roja? y esas palabras escritas al final, que dicen:

Vemos aquí que las jovencitas elegantes, bien tetudas y bonitas, hacen mal en oír a ciertas gentes, y que no hay que extrañarse de que a tantas el lobo se las coja. Digo el lobo, porque estos groseros no todos son iguales: los hay con un carácter excelente y humor afable, dulce y complaciente, que sin ruido, sin hiel ni irritación persiguen a las mozas, llegando detrás de ellas a la casa y hasta la habitación. ¿Quién ignora que lobos tan melosos son los más peligrosos”

Flavia, continúo: -Como has escuchado, dime: ¿Qué mujer huira de un tipo así?

martes, 27 de diciembre de 2011

165: Abrí y cerré la boca varias veces imitando esos inaudibles “oh” que hacen los peces dorados cuando quieren que se les cambie el agua.

Aries: Semana gustosa, bríncale a las pastas, pero ojo con las salsas; son ricas pero allí la gordura está aguardando.


Tauro: Mucha ternura con tus seres queridos, pero no te olvides de ti. Si es tu gusto, cambia el menú, que tu vocación de servicio no te traicione.


Géminis: Piensas en dos, más no comas por dos, que tu signo de identificación no quiere decir que lo tomes tan a pecho.


Cáncer: Está semana de compromisos, está plena de tentaciones con cosas ricas y exquisitas, ojo con el alcohol.


Leo: Para esta reunión familiar, solo bocadillos, no te compliques tu eres la anfitriona y debes ser la protagonista.


Virgo: Está semana en la que han variado los precios desestabilizarán el menú. A caminar se dijo no queda otra.


Libra: Semana inolvidable, grandes acontecimientos, pero recuerda todo con calma y mesura más no te excedas que los kilos están al acecho.


Escorpión: Si tú tienes digestión lenta, tenlo en cuenta a la hora de la cena. Desayuna como reina, almuerza como princesa y cena como méndiga.


Sagitario: Que fuerza de voluntad, ningún bocadillo te hace pecar. Pero hazte más amiga de los vegetales, la línea es tuya, ¡cuídala!


Capricornio: La vida es bella, vívela y recuerda que se come para vivir y no se vive para comer. Recuerda que tu línea y la piel van de la mano.


Acuario: Decisión tomada es decisión tomada. La dieta te dará buen resultado siempre y cuando la sigas al pie de la letra.


Piscis: Ya es tiempo de una nueva desintoxicación a base de frutas y ya que en eso estas, dale una semana de verduras, arroz integral y carnes magras.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

164: Yo soy el primero en admitir que muchas cosas de las que he hecho no son morales. Pero lo que hice fue a sabiendas de lo que hacía, y no me engañé nunca acerca de la verdadera naturaleza de mis actos

— ¿Sales de paseo?
—Ya lo ves
— ¿Al centro?
—Es probable.
— ¿Me permites acompañarte?
Ella, sin poder contenerse más, le replicó con voz exasperada:
—Te ruego que me dejes en paz. Ya no me queda ni la libertad de pasear sola en mi coche.
Hizo él como que no la había oído, e insistió:
—Estás hoy más hermosa que nunca.
—Haces mal en fijarte en mi hermosura, porque yo te juro que jamás volveré a tener sexo contigo.
-¿Cómo dices?
— ¡Ya está ahí el de siempre! ¿Cómo dices? ¿Cómo dices? Pues bien: ¿te empeñas en que te lo diga?
—Sí.
— ¿En que yo te lo diga todo?
—Sí.
— ¿Todo lo que llevo como un peso colocado en el corazón?
—Sí.
—No estoy es dispuesta a seguir siendo la mártir de perpetua maternidad que me vienes imponiendo desde hace once años.
—No entiendo lo que quieres decir.
—Sí que me entiendes. Hace tres meses que di a luz a mi último hijo, y ya te parece a ti que es hora de que vuelva a estar encinta.
— ¡Desvarías!
—No. Tengo siete hijos y treinta y dos años; hace sólo once que nos casamos.
—No te tolero que sigas hablando de ese modo.
—Me has tenido coge que coge durante once años a una existencia de yegua madre, recluida en una casa de remonta. Quieres a tus hijos como a otras tantas victorias conseguidas, no porque lleven tu sangre. Son victorias obtenidas sobre mí, sobre mí juventud, sobre mi belleza, sobre mis encantos, sobre los piropos que me dirigían y sobre las que, sin decírmelas directamente, se susurraban en voz baja a mi alrededor.
—Quiero a mis hijos, ¿lo oyes? Es vergonzoso oír a una madre expresarse como lo has hecho tú.
— ¿Crees que soy una mujer creyente?
—Sí —balbuceó él, sorprendido.
— ¿Estás convencido de que creo en Dios?
—Desde luego.
— ¿Me supones capaz de jurar en falso delante de un altar en el que está guardado el cuerpo de Cristo?
—No.
— ¿Quieres acompañarme a una iglesia?
— ¿Para qué?
—Ya lo verás. ¿Quieres?
—Si te empeñas, sí.
Marido y mujer no cambiaron entre sí una sola palabra en todo este trayecto. Cuando el coche se detuvo delante de la puerta del templo, la señora saltó al suelo, y entró en él, seguida a pocos pasos por el marido.
—Lo que tengo que decirle es esto. No me asusta nada y puede hacer lo que mejor que te parezca. Puedes divorciarte si te parece bien. ¡¡Uno de tus hijos no es tuyo!! Lo juro delante de Dios que me está escuchando. Era la única venganza que podía tomarme, de tu depravada tiranía de macho alfa, de perpetua preñez a que me tienes condenada. ¿Que quién fue el coronador? No lo sabrás jamás. Sospecharás de todos, pero no lograrás descubrirlo. Me di a él sin amor y sin placer, sólo por engañarte. Y también él me hizo madre, como tú. Son siete los que tengo, ¡búscalo! Tú me has obligado a que te lo confiese hoy. No tengo más que decirte.

¿Qué hará su marido? ¿Habrá regresado a casa? ¿Qué habrá meditado, qué tramará, qué tendrá resuelto ese hombre cogedor, arrebatado, dispuesto siempre al sexo?
Dieron las ocho, y casi en el acto dieron dos golpes en la puerta.
—Adelante.
— ¿Me juras aquí, en medio de tus hijos, que lo que hace un rato me dijiste era verdad?
—Juro sobre la cabeza de mis hijos que lo que le he dicho es la verdad.
El salió sin agregar palabra.
—No le den importancia, hijitos. Su papá ha tenido hace un rato un gran disgusto, y sufre mucho todavía. En cuanto pasen unos días ya no le importará nada.
Terminada la cena, pasó al living con toda su pollada. Hizo charlar a los mayores, contó cuentos a los más pequeños, y cuando llegó la hora de acostarse todos, les dio un beso muy largo, los envió a dormir, y se retiró sola a su habitación.
Las horas pasaban; sonaban las horas en el reloj. Se apagaron todos los ruidos del edificio. Únicamente se oía a lo lejos, a través de las tapicerías de los muros, el retumbo suave y lejano de los coches en las calles.
Las primeras luces del día se deslizaron por debajo de los flecos de las cortinas, y él no había aparecido todavía en el cuarto. Entonces ella comprendió que no volvería nunca más, y se quedó turulata.

Sentados el uno al lado del otro dentro del coche que los llevaba a casa, no despegaban los labios. Pero, de pronto:
— ¡Gabriela!
— ¿Qué quieres?
— ¿No te parece que esto ha durado ya bastante?
— ¿A qué te refieres?
—Al suplicio ignominioso a que me tienes sometido desde hace seis años.
—Yo nada puedo hacer.
— ¿Cuál de ellos es? Dímelo de una vez.
—Jamás.
—Piensa que ya no puedo mirar a mis hijos ni sentirlos a mi lado sin que la duda me destroce el alma. Dime cuál de ellos es, y yo te juro que perdonaré y que lo trataré igual que a los demás.
—No tengo derecho a obrar de esa manera.
— ¿No ves que ya no puedo soportar más esta vida, esta idea que me corroe, esa
pregunta que me formulo constantemente y que constituye mi tormento cada vez que los miro? Acabaré por volverme loco.
—Entonces, ¿has sufrido mucho?
—De un modo espantoso. Sin ese sufrimiento no me habría resignado yo al horror de vivir al lado de ti ni al horror, más grande todavía, de saber que hay entre ellos uno, que yo no puedo saber cuál es, que me impide querer a los otros.
Ella insistió:
— ¿De modo que has sufrido, real y verdaderamente?
El marido le contestó con acento que delataba su dolor:
— ¿No te vengo repitiendo todos los días que ya no puedo soportar más semejante
suplicio? ¿No será éste?" Y desde hace seis años me he conducido correctamente contigo, y he sido cariñoso y complaciente. Dime la verdad, y yo te juro que no haré nada malo. Te lo ruego, te lo suplico.
Ella dijo con voz muy queda:
—Quizás he sido más culpable de lo que tú supones; pero yo no podía, te lo aseguro, continuar con aquella vida odiosa de perpetua preñez. Sólo un recurso tenía para alejarte de mí vagina. Mentí delante de Dios, y mentí cuando juré con la mano levantada sobre la cabeza de mis hijos, porque jamás te he engañado.
— ¿Es cierto?
—Es cierto.
Pero él, estremecido de angustia, gimió:
— ¡Ahora me voy a ver envuelto en nuevas dudas, y no saldré de ellas jamás! ¿Cuándo mentiste, entonces o en este momento? ¿Cómo voy a creerte lo que me dice? ¿Cómo dar fe, después de esto, a las palabras de una mujer? No conseguiré nunca sabré a qué atenerme. Hubiera preferido que me dijeses: "Es Santiago o es Juana..."

(Adaptado, a la época actual con el perdón de Guy)

lunes, 19 de diciembre de 2011

163: Me miró desde allí abajo: tenía los ojos de una prostituta jubilada que jamás había disfrutado su trabajo.

A media cuadra de mi casa, ufano frente a ella se pasea un can gruñón que me obliga a dar un rodeo para librar mis pantorrillas de sus colmillos. Miro a mi alrededor y solo veo desorden y mi cama vacía y la extraño, como extraño al can gruñón que desapareció sin dar explicaciones igual que lo hizo mi festejada.

Estamos hechos para los usos y las costumbres; nos acostumbramos aún a aquellas cosas que nos llenan de zozobra, miedo y terror; y con mayor razón a todas aquellas que nos han dispensado el usufructúo de su percepción y de sus cámaras.

Y buscamos llenar los lugares vacíos con nuevas experiencias y con el temor de nuevos abandonos somos más pródigos con las nuevas adquisiciones; cediendo aún en aquellas cosas que antaño éramos tan avaros y con eso simplemente seguimos tejiendo la trama en que caeremos días después.

Se dice que el elefante jamás olvida, pero que el copuchento podrá tropezar en la misma piedra muchas veces y así será hasta aquel momento en que comprendamos que el amor no consiste en ceder en todo, y por evitar discusiones simplemente dice: ¡Sí querida! ¡Sí mi amor! ¡Tú siempre tienes la razón!

Y ellas se vuelven locas de coraje, los ovarios se les revuelven en las tripas y su raciocinio se traba como manivela de máquina de coser y lo mandan a uno a la mierda. Pues lo que ellas ansían es una confrontación que las obligue a solucionar el intrilinguis en la cama.

Y no tener que ir a la cama como una obligación marital y fingir placer y sonreír con picardía y pedir el repete del copuchento que fue por la misma razón y no sabe ni entiende a su pareja.

Lo que quiero decir es que todavía muchos de ustedes no han comprendido esa canción que dice que después de la tormenta viene la calma y eso es algo que las féminas ansían con ansia sincopada en sus fueros internos y que no hay nada mejor que una trabazón dialéctica para ponerle sabor a una relación que se va por el caño.

El can volvió y ya no está gruñón; en cambio la gruñona…se perdió para siempre.

viernes, 16 de diciembre de 2011

162: Ella adoptó esa expresión dulce y tolerante que adoptan las madres que siguen el curso del Dr. Spock cuando su niñito acaba de mojar la cama por tercera vez en la noche.

Un admirador ponzoñoso me ha tendido una zancadilla, haciéndome la siguiente pregunta: ¿Pellizco de monja? ¿Carrillo de monja? Si la sor es bonita ¿será malo apartarla del monjil?

Es una pregunta que hasta el momento no tienen regocijo.

Y estoy en la encrucijada, pues si digo que sí, los beatos echarán el grito al infierno y si digo que no, los ateos me tacharán de diablo. ¿Entonces nos encontramos ante una igualdad con dos enigmas?

Pero si ustedes se hacen un breviario-análisis y ponen en un platillo el súmmum de sus creencias y en el otro el de sus apetitos y según el superávit, se encontrarán frente al muro de lo incomprensible y si ustedes no se comprenden ¿cómo esperan que yo sí?

Por lo tanto, me parece, que nadie está libre de la desgracia, y para evitarla mejor será que se mientan a sí mismos, de esta forma un platillo pesará más que el otro y así su consciencia y conciencia estarán tranquilas y podrán hacer lo que quieran sin ningún problema, si es que piensan coger; en cambio si no, me obligan a dedicaros estos versos de rancia educación:

Un joven gato y una gata experta
Pusiéronse a joder en una huerta,
Subiéronse a las ramas de un ciruelo
Que de tanto joder se vino al suelo.
Moraleja: Si quieres joder con la que amas,
Hazlo en seguida y no te andes por las ramas.

martes, 13 de diciembre de 2011

161: El amor sólo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales.

Parece que todos o por lo menos la mayoría de las gentes necesitan la necesidad de autorrealizarse -que es una satisfacción personal- motivada por los sentimientos.
La necesidad de estima -reconocimiento del grupo- motivada por el orgullo
La necesidad de pertenencia -asimilación al grupo- motivada por la emulación
La necesidad de seguridad -cobijo, defensa, salud- motivada por el miedo
Las necesidades básicas -bebida, comida, descanso- motivada por la utilidad.

La necesidad de sentirse deseada, amada o acariciada es un talante habitual en el rinconcito oculto de toda mujer. Como vemos en la pirámide de Marlo una vez cubierta la necesidad de supervivencia física, la pertenencia a un guapo y el reconocimiento de éste son fundamentales en el ser sensible.

También el macho alfa necesita la aprobación y el respeto constante de su grupo, pero dispone de la “herramienta” para conseguirlo sin dificultad. Siéndole más difícil al resto de los galanes, que deben intentar ser más ocurrentes, más y más divertidos, más y más derrochadores o más capaces de “venderse” ante el mujerío.

Lo habitual es que en una pareja, cada uno disponga de varias “habilidades” que sean “útiles a ambos”, de manera que, en el lugar determinado, ella toma la iniciativa y el otro le sigue; confiando en su buen criterio y su experiencia espermatorreica.

En otras espermatorreadas, la situación se invierte. Cada “órgano” aporta sus recintos para el bienestar común de la convivencia orgasmada.

Hasta acá, todo va bien, la pareja es complementaria y ambos se necesitan porque de ese modo pueden conseguir sus objetivos comunes. Aunque el “equilibrio perfecto” es imposible, tampoco es necesario, porque encajará con que ambos asuman la sensación de ser útiles, sin detenerse a calcular los mililitros aportados.

En la pareja tradicional, los roles estaban muy remarcados: él se destripaba trabajando para satisfacer el materialismo requerido y ella aportaba las emociones de cada noche. Hoy en día, ya las cosas no son así, las cosas se han trasegado y solo se dedican a dar lo mejor de sí mismos en ambas “facetas”; esto refuerza a la pareja y mejora la “satisfacción” de ambos.

jueves, 8 de diciembre de 2011

160: ¿Charlie, imaginas que soy Loretta? -Claro que no –mentí- imagino que eres mi noviecita del secundario -Eres cruel y perverso- murmuró dichosa

Todos lo sabemos al dedillo que si se conversan antes las cosas, si se deja claro que las emociones no pueden ir de la mano, que no se debe esperar del otro nada más que sexo y solo sexo, y que nunca será una relación de pareja, no tiene por qué florecer ningún embarazo.

Si fuera así de fácil, seguramente todas estas amistades con derecho a frote darían al traste cuando la mujer se enamorara del hombre, pero ¿el hombre no se enamora? ¿No puede llegar a sentir un poco de esa cosa rara llamada amor?

Complejo limitar fechas o pronosticar cuántos polvos puedes echar con una amiga antes de complicarte o pretender algo más de la otra persona. En una pareja se habla mucho, siendo amigos también, ¿cómo apartas ambos conceptos cuando hay sexo de por medio? ¿Dónde está la barricada? Tu pareja tiene que ser tu amiga, eso ayuda a la mejor marcha de la relación. Ser amigo y no ser pareja, es un poco complicado.

Presumo que la gente que sea parco emocional y muy racional, lo tendrá mucho más fácil, siempre y cuando la otra parte de este asunto lo sea de igual manera. Porque si uno de ellos es menos frío, los sentimientos finalmente manaran. Y luego viene el final. ¿Podemos seguir siendo amigos? ¿Podremos tener sexo en el futuro y poder seguir siendo amigos?

El asuntechi es si te la quieres jugar, porque es posible que al final te quedes sin amiga y sin amante, pero también puede que encuentres ambas cosas al terminar dicho ciclo. Ser amigo a veces es difícil, y ser pareja casi siempre. Así que ser amigo y pareja, aunque sólo lo sea sexualmente, probablemente pueda provocar más de un relumbrón. Creo que es una situación altamente inestable, aunque no estoy muy seguro de por qué ha de ser así.

Si el sexo es sólo ocasional, quizá pueda llevarse como una excepción, y no representar un cambio en la relación de amistad, pero si se va haciendo más o menos habitual, supongo que uno de los dos acabará pidiendo un mayor compromiso.

Invariablemente he dicho que el sexo es lo que diferencia una pareja de una amistad, así que si dos amigos practican sexo juntos, ¿por qué debemos pensar que son pareja? ¿Qué se necesitaría para serlo? Si lo que falta es confesarlo en público, ¿los que lleven una relación de pareja en secreto dejan de ser pareja por ocultarlo? Yo creo que si hay cierto compromiso, aunque no sea reconocido por ellos mismos, entonces deberíamos hablar de una pareja, y dejarnos de juegos de palabras.

lunes, 5 de diciembre de 2011

159: «Si Vos llegáis a ser mía, voy a perderos, precisamente porque luego os poseeré, a Vos, a quien adoro.»

Puede que sea útil leer la frase otra vez. Lo que parece que Rousseau quiere decir es: el que se me entrega, por esto mismo ya no es apto para seguir siendo el ideal de mi amor.

Este concepto aparentemente intolerante es de uso corriente, en donde el amante, convencido de su pasión, asalta a su adorada para que le conceda su amor, y, tan pronto como ella se deja conquistar, la desprecia, pues una mujer decente nunca habría hecho «esto».

Jean-Paul Sartre define el amor como un intento vano de poseer una libertad como libertad. ¿Quién se contentaría con un amor que se diese como pura fidelidad a la fe jurada? ¿Quién aceptaría que le dijesen: «te amo, porque me he comprometido libremente a amarte y no quiero faltar a mi palabra; te amo por fidelidad a mí mismo»? De este modo, el amante pide el juramento y se irrita por el juramento.

«Pues el que quiere a alguien que no merece ser querido, no está en su cabal juicio» Defectos característicos como masoquismo, apego neurótico a una madre castradora, fascinación morbosa por lo de calidad inferior y otros motivos de esta especie serían las explicaciones del amor del hombre o de la mujer en cuestión y, por lo mismo, harían su amor insoportable Y así se descubre la mezquindad no sólo del ser amado, sino también del amante y hasta del mismo amor.

Lo más práctico, en definitiva, es enamorarse desesperadamente de una persona casada, de una estrella de cine o de una cantante de ópera, de alguien inalcanzable. De este modo, uno viaja lleno de esperanza sin llegar nunca. Y, además, se ahorra la desilusión de tener que comprobar que el otro a lo mejor está dispuesto a aceptar la relación, con lo que inmediatamente se convertiría en inatractivo.

La misma naturaleza de una tal relación sólo conduce a dos resultados posibles, y los dos son fatales: será un fracaso o un éxito. En el primer caso, hasta el «amante» más fervoroso acabará por abandonar la relación profundamente desengañado y amargado.

Si, en cambio, la empresa ha tenido éxito, el amado ya no necesita más empeño y por lo mismo la relación también se deshace, habiéndose agotado su sentido y motivo.

Nos dan ejemplo de ello las mujeres, casi siempre inteligentes, responsables y sacrificadas, con su propensión fatal a convertir, «por el poder de su amor», a los borrachos, jugadores o golpeadores de mujeres «en dechados de virtudes», mujeres que hasta el final responden a «más de la misma» conducta del hombre con «más del mismo» amor y disposición a ayudar. Por lo que hace a su potencial de desdichas, estas relaciones son casi perfectas, «pues aquí las dos personas se adaptan y ajustan mutuamente», como apenas parece ser posible en las relaciones positivas.

Sólo cuando tenemos el papel que precisamos, nos convertimos en «reales»; sin él estamos a merced de nuestros sueños que, como se sabe, son vanos.

El papel que él tiene que desempeñar para que yo sea «real», es el papel que él mismo quiere desempeñar para construir su propia «realidad». A primera vista, esto hace el efecto de un arreglo perfecto, ¿no es verdad?

El problema de muchas relaciones homosexuales está en que las personas en cuestión suspiran por relacionarse con uno que sea «realmente» hombre, pero, por desgracia, tienen que comprobar que también el otro «no es más que» un homosexual.